viernes, 6 de mayo de 2016

Carta a un padre


Querido papá:
     Extraño mucho cuando sonreías con nosotros, cuando buscabas la manera de sacarnos una sonrisa en los momentos de tensión. Extraño las conversaciones sobre nuestros sueños, nuestros problemas y nuestros recuerdos.
    ¿Dónde quedó ese padre amoroso?
     Durante muchos días intenté que oyeras mi voz, que me tomaras en cuenta como parte de la familia y no sólo como tu hijo, pero me ignoraste completamente y eso me duele mucho, papá. No te imaginas el dolor que estoy sintiendo en mi corazón, al ver que tú y mamá no se dirigen ni una sola palabra, al ver que llegas de trabajar y no preguntas cómo nos sentimos. Me duele tu indiferencia.
Sé que mi abuelo te golpeaba cuando eras un niño y que golpeaba a mi abuela también, pero debes romper con esa cadena. La violencia no es una salida a los problemas, no es la manera de educar o corregir a los hijos. Nuestra familia necesita ternura, amor y comprensión. Si mezclamos estos tres ingredientes podemos obtener la fórmula perfecta para que cese la violencia, para lograr que la correa solo sirva para sujetar los pantalones y no para golpear.
      Decidí escribir esta breve carta para que me escucharas a través de palabras plasmadas en un papel, para que reflexiones y te dieras cuenta de lo que estás haciendo. Mi madre, mi hermana y yo te necesitamos mucho y, aunque no lo creas, te amamos con toda el alma.
Con mucho amor

Tu hijo