viernes, 28 de abril de 2017

Diario de un Niño Trabajador II


22 de Septiembre de 2013
Querido Diario,
             Perdóname, pero hice que otras manos toquen tus hojas. Hace dos días le mostré a un amigo los tatuajes de tinta que llevas en tu piel desde hace noventa horas, y me dijo que como poeta era buen músico de banda sonora. Es una pena. Me confesó que prefería leerme desde otra perspectiva: sin complicaciones, de manera sencilla. Las palabras de mi amigo Javier me hicieron meditar no solo sobre mi afán por escribir de una manera poética, sino también sobre el cuidado de las palabras. Ellas, según él, necesitan ser cuidadas como se hace con un bebé: con delicadeza, atención plena, y mucha paciencia.
         Me atrevo, entonces, a escribir nuevamente, aunque con una mirada diferente sobre la vida. Javier ha sido la gota dulce que necesitaba para recuperar la confianza que en mi alma estaba perdida. Y también la batería carente en mi espalda.
***
       Hace cinco días fui a dar un examen de admisión para una beca internacional de estudios que ofrece el movimiento de los Colegios del Mundo Unido (United World College en inglés). Y no esperaba ver tanta gente. Había estudiantes de los colegios más caros de Lima, del colegio “Mayor Presidente del Perú,” y también de los rincones más humildes y pobres, de donde vengo yo. No obstante, todos teníamos algo en común: el anhelo de estudiar en un país diferente.
         Para mí, las oportunidades de estudiar en el extranjero son como una luz en el fondo de la oscuridad: es difícil llegar a ella, pero es necesario recorrer el complicado camino para alcanzarla. Lamentablemente en el Perú son los que estudian en colegios privados quienes tienen acceso a un currículum educativo innovador y de calidad, mientras que los estudiantes de colegios públicos, como yo, tienen que esperar las caridades del gobierno para estudiar decentemente. Bueno, tengo que reconocer que hay excepciones. El “Colegio Mayor Secundario Presidente del Perú,” creado por el ex mandatario Alan García en el año 2010, es una de ellas.
         Cuando me enteré de los Colegios del Mundo Unido me emocioné muchísimo. Me ilusionó la idea de estudiar en otro país, con estudiantes de más de 69 nacionalidades. Me pareció interesante explorar y mejorar el mundo a través de la educación, y de hacer amigos cuyo idioma nativo no sea el español. No sabes, querido diario, cuantas veces me he imaginado viajando por el mundo, conociendo nuevos lugares, nuevas realidades, y nueva gente. Sé que estos anhelos pueden quedar en simple imaginación porque, como sabes, dinero no tengo ni para comprar un pasaje de avión. Pero…¿sabes algo? Gracias a Javier ahora tengo esperanza, tengo motivación para seguir creyendo. Y eso es importante. Tal vez no consiga la beca a la que estoy postulando, pero de hecho conseguiré experiencia y satisfacción por haberlo intentado.
          ¿Te digo un secreto? Hay algo que no me deja dormir tranquilo desde el día del examen. Quizá te estarás preguntando de qué estoy hablando. Te hablo, pues, del “bendito” inglés. Si bien saber inglés no ha sido un requisito para postular a la beca, el saberlo será fundamental para estudiar en uno de esos colegios de ensueño. Claro, si es que la obtengo… El problema es que yo, ahora mismo, no tengo ni la menor idea de cómo decir al menos una oración en inglés. Y eso, para serte franco, me asusta.
     Muchos de los pájaros y sirenas que vi y con los que conversé antes del examen me dijeron que ya sabían hablar inglés. Incluso me lo demostraron oralmente: “Hi, my name is Francisco. I am seventeen years old and I would like to study in UWC Atlantic College because it is located in England and this college has a library that looks like that of Hogwarts, the magic school of Harry Potter .” De esa parte solo pude entender “mi nombre es [my name is]” y la frase “Harry Potter” por lo que le pedí a Francisco, estudiante del colegio Markham de Miraflores, que me escribiera lo que había dicho en un papel. Y es por eso que puedo darme el lujo, querido diario, de escribir ahora una frase entera, ¡en inglés!, en tu delicada piel.
        Tengo que reconocer, no obstante, la gran vergüenza que sentí cuando le pregunté a Francisco por la transcripción de sus oraciones. Fue muy incómodo, pero también fue la única forma de entender. En ese momento vino a mi mente la frase de Ludwig, esa que mi profesor de comprensión lectora se la pasa diciendo en clase, especialmente cuando no tiene estrategia alguna para disimular su ignorancia. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” es esa frase “sabia” que he escuchado infinitas veces. Y, aunque me duela reconocerlo, esta vez me sentí como Ludwig. Me sentí limitado como nunca antes me había sentido. El inglés de Javier me hizo dar cuenta que mi mundo tiene límites, y que el desconocimiento del inglés era la causa. ¿Cómo no sentirse limitado cuando hablas un idioma nuevo y no sabes cómo decir lo que intentas decir? ¿Cómo no desesperarse cuando se quiere expresar una idea, una reflexión, y las palabras no alcanzan para hacerlo? El inglés ahora mismo me intimida, como mi profesora de matemáticas; y me somete al nerviosismo, como lo hizo el gallo (el examinador) en el examen...
       ... Pero tengo esperanza de que aprenderé este bendito idioma. Y saldré airoso de esta xenoglosofobia.
            Ahora tengo que dejarte, amado diario, porque además de estudiar tengo que trabajar. Y no lo hago por obligación, sino por decisión propia. Aunque eso, claro está, mucha gente no lo entienda.
                 Hasta pronto.
Siempre tuyo
Jorge


sábado, 15 de abril de 2017

Diario de un Niño Trabajador



18 de Septiembre 2013
Querido diario,
     He pensado toda la noche sobre esa tarde, tan lejana y tan extravagante; como si fuera el último de mis recuerdos, y de mi destino el presidio al sufrimiento. Lo sé, no lo escondo. La tarde de ayer me cambió por completo: vi pájaros alcanzando el cielo, y a decenas de sirenas con un rostro de desvelo.  Y a partir de estas observaciones me convertí en pesimista, pues, de mi existencia, me di cuenta, solo sobresale la desdicha....
    Me sentí como una hormiga en el desierto: inexistente, frágil, y abandonada; y, cuando me sumergieron al laberinto sin salida, me sentí morir. Recorrí las hojas del papel como descalzo en un camino pedregoso: tropezaba a cada momento debido a su naturaleza, mi mente se nublaba por instantes; y el optimismo se fue de mí.
    ¡Qué te pasa!- me preguntaba a mí mismo- y las respuestas se escapaban de mi boca.
    Tomé entonces el lápiz y escribí un recuerdo, que me dio vida en ese momento.
   Y mientras sentía a la sirenas y los pájaros convertirse en seres humanos, un gallo me miraba con atención infinita; me intimidaba su mirada fría y desafiante, y su postura me sometió al nerviosismo.
  ¡Quedan diez minutos!- dijo el gallo, con voz vozarrona e imponente, mientras se acomodaba la crespa de cabello negro, y se limpiaba el pico con un pañuelo...
***
  ...Salí del laberinto después de ocho minutos, y me quedaron dos para recorrerlo nuevamente. Esta vez volé, como un ángel, cada uno de sus caminos; pero no pude recuperar ni el aliento de mi pecho y mi mente. Enseguida le entregué al gallo la prueba de mi condena [al pesimismo y a la pena]; y salí corriendo en mi raciocinio. Mi cuerpo, no obstante, permanecía sereno en la salida del calvario, mientras los convertidos en humanos, de repente, volvían a ser pájaros y sirenas.
***
  Pasaron diez minutos más para marcharme, más con pena que con gloria; mis pensamientos evadieron los sucesos del futuro, mientras mi alma, enojada, reclamaba nuevamente la confianza plena.
    ¿Como te fue? -me preguntaron otras hormigas.
    No pronuncié palabra alguna. Solo atiné a mover mis hombros, dejando así en la intemperie... a la duda... y la sonrisa.
    Y así yo termino de escribir esta experiencia, tan repentina e inesperada.
**
   Espero volver a tocarte, querido diario, para recorrer tus caminos, y sentir tu piel frágil. Quiero unirme contigo a través de mis escritos, para así de ti jamás separarme.
Con atención,
Jorge