Si supieras que en mi pecho los claveles
pierden su olor, y se marchitan.
Se vuelven aún más débiles y frágiles
y su color se torna infinita.
Si supieras que en mi mente los recuerdos
de tu amor y la desdicha
me atrapan y me convierten
del árbol su hoja más marchita
Si supieras cuánto amor te ofrezco
sin temor ni remordimiento;
te aseguro vendrías, corriendo, a mi lecho
derramando claveles y corazones.
Si supieras que la aurora
ya no brilla sin tu presencia
reaparecerías en mi vida
a cada instante, a cada hora.
Si supieras todo eso,
serías otra dentro de ti misma,
y la flor, triste, y marchita
volvería a tener vida.