sábado, 31 de enero de 2015

¡Esa es mi Sullana querida!



         Mientras intento escribir un poema, el reflejo de esa espléndida ciudad invade mi mente, haciendo que mi corazón se estremezca. Una lágrima comienza a recorrer mi mejilla derecha, producto de la añoranza. Es esa ciudad la que me llena de esperanza, de orgullo y de energía suficiente para entender que solo hay distancia física, nada más.
        
     Allí nací hace dieciocho años, donde los rayos del sol desencadenan un sofocante calor, donde se acepta la pérdida con honor, donde la amistad florece cada día, donde el trabajo es parte de la vida y donde la chicha de jora se toma con algarabía. ¡Esa es mi Sullana querida!

     Sullana ha sido testigo de mi historia, de mi proceso de desarrollo como persona, de mi primera experiencia en el amor. Ha sido escenario de los maravillosos momentos que he vivido a lo largo de mi existencia. Ha sido fuente de mi inspiración y dueña de mi inocencia.

       
[continuará...]

viernes, 30 de enero de 2015

No sólo soy tu hijo, también soy parte de la familia...



[…]  María ayuda a su hijo a ponerse de pie, con total delicadeza, como si la piel del niño fuese un papel de seda. Un diluvio se ha formado en los ojos de Jorge y su madre, a pesar de intentar ser fuerte, rompe en llanto junto a él.
Rodrigo termina de limpiar la vitrina y un sentimiento de remordimiento empieza a invadir su interior, desencadenando un mea culpa por la zurra que le acaba de dar a su hijo. Camina hacia un lugar recóndito de la sala,  abre la maleta llena de golosinas, le echa un vistazo y cuando está a punto de cerrarla, observa un papel blanco metido entre los chocolates. Le parece extraño, ya que nunca coloca papeles en ese lugar. Cree que es basura, pero después decide observarlo. Lo mira meticulosamente. El papel contiene una carta, de su hijo, que dice lo siguiente:

Querido papá:
Extraño mucho cuando sonreías con nosotros, cuando buscabas la manera de sacarnos una sonrisa en los momentos de tensión. Extraño las conversaciones sobre nuestros sueños, nuestros problemas y nuestros recuerdos.
¿Dónde quedó ese padre amoroso?
Durante muchos días intenté que oyeras mi voz, que me reconozcas como parte de la familia y no sólo como tu hijo, pero me ignoraste completamente y eso me duele mucho, papá. No te imaginas el dolor que mi corazón está sintiendo, al ver que tú y mamá no se dirigen ni una sola palabra, al ver que llegas de trabajar y no preguntas cómo nos sentimos. Me duele tu indiferencia.
Sé que mi abuelo te golpeaba cuando eras un niño y que golpeaba a mi abuela también, pero debes romper con esa cadena. La violencia no es una salida a los problemas, no es la manera de educar o corregir a los hijos. Nuestra familia necesita ternura, amor y comprensión. Si mezclamos estos tres ingredientes podemos obtener la fórmula perfecta para que cese la violencia, para lograr que la correa solo sirva para sujetar los pantalones y no para golpear.
Decidí escribir esta breve carta para que me escucharas a través de palabras plasmadas en un papel, para que reflexiones y te dieras cuenta de lo que estás haciendo. Mi madre, mi hermana y yo te necesitamos mucho y, aunque no lo creas, te amamos con toda el alma.
Con mucho amor
Jorge

Ya son las siete de la noche. Las nubes se mueven sin cesar y lentamente el cielo azul se va convirtiendo en gris. Pequeñas gotas de agua empiezan a caer, avisando la pronta llegada de la lluvia. Tras unos minutos se oyen algunos truenos y comienzan a aparecer relámpagos, formando luces que aparecen cada dos minutos y desaparecen de inmediato.

Rodrigo llora al darse cuenta de lo malo que hizo, al pensar que la violencia era la mejor manera de corregir a su hijo. Quiere remediar la situación al día siguiente, cuando quizá ya sea demasiado tarde […]

UWC Atlantic College: Primeros momentos





         “Bienvenidos a Londres” – fue la última frase que escuché decir a la aeromoza minutos después del esperado aterrizaje, exactamente hace cinco meses con 12 días.


      Nunca antes había esperado tanto para recibir un bendito sello en mi pasaporte. Recuerdo perfectamente que un policía aguardaba en una de las ventanillas tenebrosas y, cuando llegó mi tuno, comenzó a hacerme preguntas en inglés que vagamente pude contestar, debido a mi escaso conocimiento de los que muchos consideran el rey de las lenguas. Felizmente no tuve mayores problemas y pude respirar tranquilo.

       Un bus blanco esperaba en las inmediaciones del aeropuerto, para acoger en su alma a cuarenta y dos estudiantes, provenientes de cuarenta países, sin importar que la diversidad de lengua o religión pudiesen causar un desorden alimenticio. De pronto el bullicio invadió el interior de aquella máquina que no me quedó más remedio que contemplar el bucólico ambiente de la ciudad a través de una ventana de cristal, gruesa y un poco sucia.

        Eran las siete de la noche y aún los rayos de oro iluminaban la bella e histórica capital británica. Me parecía estar soñando, por lo que pensé en darme una bofetada para comprobar si mi hipótesis era cierta, pero luego me di cuenta de que no era un sueño… Era realidad.
Todos estábamos emocionados, preguntando a cada instante ¿Qué hora es? o ¿Cuánto falta para llegar?, esperando con ansias aquel típico recibimiento, organizado por nuestros queridos “segundos años”.
[Continuará…]