Querido diario,
He pensado toda la noche sobre esa tarde, tan lejana y tan extravagante; como si fuera el último de mis recuerdos, y de mi destino el presidio al sufrimiento. Lo sé, no lo escondo. La tarde de ayer me cambió por completo: vi pájaros alcanzando el cielo, y a decenas de sirenas con un rostro de desvelo. Y a partir de estas observaciones me convertí en pesimista, pues, de mi existencia, me di cuenta, solo sobresale la desdicha....
Me sentí como una hormiga en el desierto: inexistente, frágil, y abandonada; y, cuando me sumergieron al laberinto sin salida, me sentí morir. Recorrí las hojas del papel como descalzo en un camino pedregoso: tropezaba a cada momento debido a su naturaleza, mi mente se nublaba por instantes; y el optimismo se fue de mí.
¡Qué te pasa!- me preguntaba a mí mismo- y las respuestas se escapaban de mi boca.
Tomé entonces el lápiz y escribí un recuerdo, que me dio vida en ese momento.
Y mientras sentía a la sirenas y los pájaros convertirse en seres humanos, un gallo me miraba con atención infinita; me intimidaba su mirada fría y desafiante, y su postura me sometió al nerviosismo.
¡Quedan diez minutos!- dijo el gallo, con voz vozarrona e imponente, mientras se acomodaba la crespa de cabello negro, y se limpiaba el pico con un pañuelo...
***
...Salí del laberinto después de ocho minutos, y me quedaron dos para recorrerlo nuevamente. Esta vez volé, como un ángel, cada uno de sus caminos; pero no pude recuperar ni el aliento de mi pecho y mi mente. Enseguida le entregué al gallo la prueba de mi condena [al pesimismo y a la pena]; y salí corriendo en mi raciocinio. Mi cuerpo, no obstante, permanecía sereno en la salida del calvario, mientras los convertidos en humanos, de repente, volvían a ser pájaros y sirenas.
***
Pasaron diez minutos más para marcharme, más con pena que con gloria; mis pensamientos evadieron los sucesos del futuro, mientras mi alma, enojada, reclamaba nuevamente la confianza plena.
¿Como te fue? -me preguntaron otras hormigas.
No pronuncié palabra alguna. Solo atiné a mover mis hombros, dejando así en la intemperie... a la duda... y la sonrisa.
Y así yo termino de escribir esta experiencia, tan repentina e inesperada.
**
Espero volver a tocarte, querido diario, para recorrer tus caminos, y sentir tu piel frágil. Quiero unirme contigo a través de mis escritos, para así de ti jamás separarme.
Con atención,
Jorge
Holaaa! muy bonita tu historia, como puedo contactarme contigo? quiero saber mas de uwc
ResponderEliminar