A raíz de las protestas por el “Nuevo
régimen laboral juvenil” (que, por cierto, celebro que se haya abolido), parece
haber quedado en el abandono un tema que también es importante y que además
originó varias marchas durante el año pasado. Marchas que, más que protestar,
exigían el reconocimiento de un sector significativo que existe, pero que aún
no es considerado como parte de la sociedad. Hablo del proyecto de ley de la
Unión Civil.
La propuesta del congresista Carlos
Bruce desató una enorme polémica en la que hasta el Arzobispo de Lima “metió su
cuchara”, invitando al pueblo peruano a rechazar dicha iniciativa y a considerar
la frase “familia real” como primera dama de la nación y abanderada de la
oposición. Pero, ¿qué significa ser parte de una “familia real”? ¿Es acaso que
existe la “familia falsa”?
El concepto de familia, desde mi
punto de vista, va más allá de la unión entre un varón y una mujer, quienes al
hacerlo, engendrarán hijos. Una familia es un grupo conformado por personas que
hacen del amor la esencia del hogar, quienes comparten emociones, logros y
consejos sin esperar nada a cambio; quienes convierten las pequeñas cosas en
grandes. Por lo tanto, si dos personas del mismo sexo deciden unirse, también
deben ser considerados como una familia.
Chile se ha sumado a la lista de
países que han aprobado “La Unión Civil” entre parejas homosexuales. ¿Cuándo lo
hará el Perú? Es triste aceptar que dependemos, en término de leyes, del poder
Legislativo; pero creo que eso no puede ser razón ni excusa para quedarnos de
brazos cruzados. Juntos podemos construir aquella sociedad que tanto anhelamos,
más allá de las leyes, porque antes de un reconocimiento ante la ley es muy
importante un reconocimiento ante la sociedad, aquella que no solo está
conformada por las autoridades, sino por toda la gente, de cualquier edad y
religión.
Al finalizar este breve texto, a
mi mente llega una frase del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, quien, teniendo
como escenario la sociedad burguesa del siglo XIX, dijo “la sociedad es masculina y hasta que no entren las mujeres no será
humana”. Yo diría, en pleno siglo XXI, que “hasta que no se reconozcan los
derechos de los niños y de quienes conforman el LGTB, la sociedad no será
humana” ¡Únete a la lucha! ¡Unión civil YA!
¡Ah! Y no se necesita ser
homosexual para defender los derechos humanos…
(continuará...)
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